Actualmente, la enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia asociada a un trastorno neurodegenerativo progresivo, con una prevalencia de 44 millones de personas en todo el mundo reportada en el año 2015, y con una predicción de duplicar esta cifra para el 2050. Debido a lo anterior, desde 1994 la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la mano de la Federación Internacional de Alzheimer establecieron el 21 de septiembre como “Día Mundial del Alzheimer”, con la finalidad de concientizar a la población en general mediante la difusión de información adecuada que sea de apoyo para cuidadores y enfermos. Aparición temprana y aparición tardía Más del 95% de las personas con Alzheimer desarrollan una enfermedad de carácter esporádico o de inicio tardío, una enfermedad multifactorial en la que los factores ambientales y la predisposición genética contribuyen a la patología. Por otra parte, menos del 5% de la población con Alzheimer presenta esta enfermedad a causa de mutaciones en los genes 21, 1 y 2, y a diferencia del primer tipo, esta es de aparición temprana. Por otro lado, se debe destacar que ambos tipos de Alzheimer se caracterizan por tener las mismas características neuropatológicas: acumulación extracelular anormal de péptido β-amiloide generando placas neuríticas, y proteína tau agregada en ovillos neurofibrilares.
¿Cómo podemos identificar los inicios de esta enfermedad?
El Alzheimer es una enfermedad que no cuenta con una cura y aunque nadie está exento de presentarla, es un padecimiento mayormente relacionado con la edad, prevaleciendo en adultos mayores, por lo que hay que prestar demasiada atención en la aparición de los primeros síntomas, ya que esto es crucial para el rumbo que la enfermedad pueda tomar. A continuación, te mencionaremos algunos de ellos:
· Cambios drásticos o repentinos en el humor o personalidad. · Déficit viso espacial. · Disminución o falta de buen juicio. · Decadencia del lenguaje. Se puede percibir dificultad para encontrar palabras, parafasias, problemas de comprensión y conflicto para repetir oraciones largas. · Déficit cognitivo. · Episodios de pérdida de memoria. Se presentan mediante la realización de preguntas de forma constante, la reincidencia en los mismos temas de conversación, dificultad recordando detalles o eventos actuales, así como la dificultad para recordar nombres, objetos y/o personas. · Desorientación de tiempo y/o lugar. · Dificultad para llevar a cabo tareas habituales o rutinarias. Después de notar alguna sintomatología o signo anormal relacionado con esta enfermedad, es vital acudir con el médico inmediatamente para proceder a evaluaciones médicas exhaustivas y apropiadas que puedan confirmar o descartar Alzheimer.
Si no existe una cura… ¿Qué se puede hacer?
Aunque a la fecha no existe una cura que elimine esta enfermedad, se cuenta con tratamientos que se focalizan en el mantenimiento de la funcionalidad mental y física del enfermo, así como en el manejo de sus síntomas conductuales y psicológicos, además de retrasar el deterioro de estos. Lo anterior podría parecer desalentador, sin embargo, un correcto diagnóstico realizado en una etapa temprana, acompañado de un tratamiento adecuado, brindan la posibilidad de proporcionar la independencia y funcionalidad del paciente por un periodo mucho más largo, contribuyendo a la dignidad y bienestar de este y las personas que le rodean. Es importante hacer hincapié en que, aunado a un tratamiento farmacológico, el estilo de vida puede tener implicaciones positivas o negativas en el desarrollo de la enfermedad. Actividad física, una dieta apropiada, desafíos y ejercicios mentales, así como la socialización, son estrategias que causan resultados positivos en pacientes con Alzheimer, según diversos estudios.
FUENTES: Mendiola-Precoma J., Berumen L.C., Padilla K., Garcia-Alcocer G. 2016. Therapies for Prevention and Treatment of Alzheimer's Disease. Biomed Res Int. 2016:2589276. Soria Lopez J.A., González H.M., Léger G.C. 2019. Alzheimer's disease. Handb Clin Neurol. 167:231-255.
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